Febrero hasta el tuétano

Estorninos en invierno, Subbética.
 
Es el dominio del invierno,

ese que te recorre con el escalofrío del ártico las espaldas y el cuello.

La alerta para estar vivos.

Es febrero paseando nubes plomizas,

ahuyentando valientes, barriendo calles, ateriendo dedos y narices.

Es el frío de otras épocas,

que de vez en cuando baja de sus limpias latitudes de tundra.

Si no fuera por las ramas desnudas.

Si no fuera por las luces cálidas tras las ventanas.

Si no fuera por el aliento exhalado

queriendo volver a los pulmones alquitranados.

Escarcha, crujiente barro del camino.

Pañuelo cruzando la solitaria plaza.

Febrero nos hace hablar del presente.

Aviva nuestras dormidas sensaciones.

Arrepiente al almendro en flor,

y a su abeja perezosa.

Arrebuja en sus plumas al gorrión.

Vuela la heroica mariposa, sin fuerzas ya, sin primavera.

Febrero y yo. Febrero hasta el tuétano. Yo en febrero.


Macizo de la Horconera, desde la aldea del Cerrillo de la Cañada. Subbética.

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