‘En un metro de bosque’, de David George Haskell

Parque natural de Pagoeta, el 6 de agosto de 2017


El solo hecho de observar, y para eso todos estamos capacitados, ya es conocer. Profundizar es el primer paso de la ciencia y, diría, de la vida. El niño observa, dirige su atención y empieza a aprender.
“Solo hay que esperar que los sentidos estén abiertos con entusiasmo”, escribe el biólogo David George Haskell en su libro ‘En un metro de bosque’, de editorial Turner, con traducción de Guillem Usandizaga. Este profesor en la universidad de Tennessee, ofrece una amena lección de ecología, dedicando un año a observar la vida en un metro de bosque cerca de dicha universidad. Y elige ese espacio, que el autor llama mandala, porque al lado hay una piedra en la que sentarse, desde donde observar con atención los acontecimientos de ese minúsculo pedazo de naturaleza, donde, demuestra, cabe todo el universo.
Bosque mediterráneo de la Subbética cordobesa.
Las reglas que se impone son “visitarlo a menudo… guardar silencio, molestar lo mínimo, no matar, no mover de sitio a los animales…”. Este es su mandala, un espacio de concentración y conocimiento: “puede que la verdad del bosque se nos revele con más claridad y viveza a través de la contemplación de un pequeño espacio”. De ese trozo de bosque surgen una mañana, las huellas del ciervo, la historia de la hepática, los pequeños pero asombrosos musgos, y los líquenes, las semillas voladoras como helicópteros, las babosas y su sexualidad, las salamandras. Y también la tormenta, el terremoto, y el viento que lo sacude también todo, el aullido de los coyotes o el buitre que sobrevuela ese trozo de bosque. Historias que la ciencia nos ayuda a comprender.
El 3 de diciembre dedica un capítulo maravilloso a la hojarasca. Al olor fecundo del mantillo del bosque, habitado por miríadas de bacterias y hongos microscópicos. Imposible de ver, pero que detectamos con nuestro olfato, es el olor de la tierra viva. Reconoce Haskell que “los modelos científicos”, son sistemas que tienen sus límites. “No pueden decirnos todo lo que queremos saber”. La ciencia es una buena manera de avanzar, “nos ayuda a profundizar en nuestra relación con el mundo”, pero también nos muestra que somos seres limitados y no debemos actuar con arrogancia ante la complejidad de la naturaleza.

David George Haskell observando las pequeñas cosas del bosque.

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