Arroyo de Las Tijeras
Me abandono al
rumor del arroyo. Por un momento en nada pienso, hipnotizado por la pequeña
corriente de agua. Cristalina, y el cauce limpio, un lujo que no prodigan estas
tierras.
Pasa gente, son
siete caminantes a los que saludo. Se ha roto el silencio, aunque la felicidad
de los excursionistas me arranca una sonrisa. Vuelvo al apacible último domingo
de octubre, vuelve el rumor del arroyo, pero ya no puedo penetrar en sus aguas.
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