El encantamiento de las linarias


 “Yo no quiero persuadir a nadie a la filosofía: es necesario, es tal vez deseable que el filósofo sea una planta escasa”*. ¿He subido a la Gallinera a encontrar plantas escasas o a filosofar?
La escasez puede deberse a falta de éxito para propagarse en grandes poblaciones. Pienso en los abundantes jaramagos (Sinapis alba y Diplotaxis virgata) que pintan de amarillo kilómetros de cunetas. Por el contrario, la poquedad también puede hablar de éxito, de aquellas plantas que han conseguido vivir en lugares precisamente escasos y difíciles. Puede ser un paredón vertical calizo, con poca tierra, venteado y casi sin agua.

 Hábitat del que puede presumir la Gallinera, en su cara norte. Y las linarias en un torbellino genético de miles de años se presentan en variadas formas aún no descritas por los botánicos y que de forma aproximada han venido en llamar Linaria verticillata subsp. anticaria. Anticaria de Antequera, donde se describió esta planta rupícola, amante de las rocas calizas béticas, y que aquí se manifiesta en toda su gloria, en este abril esplendoroso. El botánico Enrique Triano propuso una nueva subespecie, la ‘angustifolia’.
“No obstante, la cuestión se complica aún más en el Macizo de Horconera, la Sierra de Rute y en los tajos de la cara norte de la Gallinera. Aquí se presentan poblaciones muy variables que han recibido varios nombres en la bibliografía (L. aeruginea, L. lilacina, L. cuartanensis, L. tristis), y que no pueden adscribirse a ninguno de las subespecies aceptadas (incluyendo la probable subsp. angustifolia)”**.


 Dos hombres un poco más abajo recogen una buena brazada de espárragos, y hasta aquí me llega el olor a tortilla de esta noche. Pero los grupos de linarias se mecen sensualmente llamándome a contemplarlas, agarrándome a los peñascos para acercarme a algunas menos comunes, de colores lilas o azulados y venas violeta y paladar amarillo y rojizo. No sería el primero que se despeña ante tal encantamiento.
¿Es nuestra mente la que otorga la belleza? No, igual que los ojos no crean la luz, la belleza está ahí. Qué riqueza, exhuberancia y prodigalidad en estos escarpes de la Gallinera. Unos enormes nubarrones rozan suavemente los picos del Bermejo cercano. Algo de luz se reparte por sus faldas haciendo estallar el verde de abril… y ya todo me seduce y es entera la mañana la que es escasa y única, como debe ser la filosofía.

* Nota 117 de Crepúsculo de los ídolos, de Nietzsche.
** Notas de Enrique Triano, para Linaria verticillata subsp. lilacina, en Nueva Flora del Subbético cordobés
  
  

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