Al florido Salto del Caballo, 1.650 m.
Una familia de ardillas rojas
corretea entre los pinos y no se asusta del coche, con el que llegamos al área
recreativa de Robledal Alto, punto de partida de la subida a La Maroma (2.065 m .). Se muestran
confiadas, seguras de su agilidad, de sus garras, de su avispada mirada, de su
mundo vertical. Es la cara noreste y se entra por la
Venta La Alcaicería.
No está nuestra meta en la misma cima de El inicio de la senda discurre por un hermoso bosque, aquí abajo destacan grandes pinos resineros (Pinus pinaster) que dejan caer enormes piñas de más de
Un poco más arriba hay manchas de
encinas (Quercus rotundifolia) y quijigos (Quercus faginea), entre los que se
disparan los finos y largos tallos de los lirios silvestres (Xiphion vulgare),
especie aun denominada en la mayoría de los libros como Iris Xiphium. La subida
prosigue ahora entre un bosque de pino silvestre (Pinus silvestres) y abundante
agracejo en flor (Berberis hispanica), con ese olor acre que debe guiar a los
insectos en la noche cerrada. Una vez remontamos la ladera del barranco de los
Presillejos, llegamos a la cresta divisoria con La Solana del Espartal, 1.375 m . donde hay un
mirador, al poco comenzamos a ganar altura por un terreno pedregoso. Ya no
estamos tan lejos de los tajos del Salto del Caballo, donde hoy termina nuestro
recorrido. Alicia, la más pequeña de la expedición familiar sube sin problemas,
ella misma se reconoce como una niña salvaje, vigorizada por el viento con
aroma a resina.
A partir de aquí, las flores de
la montaña mediterránea comienzan a protagonizar la subida. Pegadas a las
calizas, con sus apelmazadas hojas revolutas y lanosas, a modo de mullido
abrigo, fotografío unos alfilerillos (Erodium cheilanthifolium) de pétalos de
pálido lila, los dos superiores maculados con un arabesco púrpura. Una planta
montañera, que en la vecina Sierra Nevada llega a los 3.000 metros de
altitud. Aquí la encontramos a 1.500
m . próxima a otra almohadilla vegetal, en este
territorio rocoso y áspero, la quebrantapiedras (Saxifraga erioblasta), un
caméfito pulvinular dicen los botánicos, con sus pequeñas flores de cinco
pétalos blancos. Discreta planta que identifico gracias a las fotografías de
los libros de botánica, porque de seguir las Claves de la Flora Vascular de Andalucía
Oriental, debería arrancar toda la planta para comprobar que no tiene bulbillos
subterráneos, algo inadmisible en una especie rara y escasa, en un ser vivo.
Entre estas especies, encuentro elevándose con sus tallos floridos numerosos
Anthericum baeticum.
El sendero prosigue ahora por un
rellano que permite que prosperen elegantes pinos laricios (Pinus nigra) y
matorral de salvia fina (Salvia lavandulifolia subsp. vellerea) cuyos
ejemplares situados un poco más abajo ya están en flor. Con sus ramas floridas,
salidas desde una densa mata de hojas linear lanceoladas de un blanco
aterciopelado. Y guillomos, también hay guillomos (Amelanchier ovalis),
dispersos aquí y allá y de buen porte, más de tres metros, totalmente floridos.
Buscamos el sol y sombra del
bosquecillo que prospera al pie de los tajos del Salto del Caballo, a 1.650 m . Siguiendo la senda
por el Puerto Lobera, accedemos al inmenso lapiaz que nos llevará a la cumbre.
Pero hoy nos quedaremos junto a estos paredones rocosos, comiendo bocadillos de
queso o de atún y buscando flores. Alicia radiante, mi florecilla montañera,
con cinco años y medio, asombra a otros caminantes que nos cruzamos en estas
alturas. El postre será un puñado de rarezas botánicas, este es su reino. Los
tejos, relictos (Taxus baccata) que viven en esta umbría, con su intenso verde.
Y más plantas de las rocas, como la
Linaria amoi, de discretos tallos reptantes que terminan en
un ramillete de flores rojo púrpura y garganta amarilla, es un endemismo de
este macizo montañoso. No lejos brota la Armeria filicaulis subsp. filicaulis, cuyas
espiquillas floridas dan reflejos rosados y brácteas manchadas de rojo óxido.
Ya nos vamos, cuando por fin
localizamos una colonia de tirañuelas (Pinguicula dertosensis) en un paño de
pared rezumante. Cerca de un centenar de ejemplares calculo, algunos de ellos
floridos, con sus florecillas, como un dragoncillo blanquiazul y largo espolón.
Y sus extrañas hojas viscosas de un verde claro, que debe funcionar para atraer
y atrapar a pequeños insectos que les servirán de complemento alimenticio.
Con la alegría del encuentro con
las flores serranas, del asombro de este diminuto mundo en un enorme mundo
rocoso, ponemos camino a casa, a sabiendas que la caminata proporcionará
felicidad para unos días más. Y si algo es sagrado, todo esto debe ser sagrado.
Otras especies entro los 1.500 y 1.650 metros de
altitud:
-Acer
opalus subsp. granatense -Centaurea triumfetti subsp.
lingulata
-Cystopteris fragilis subsp
fragilis -Daphne laureola
-Erinacea
anthyllis -Iberis
carnosa subsp. granatensis
-Juniperus
communis -Jurinea
humilis
-Linaria
tristis subsp. tristis -Polygonatum
odoratum
-Pteridium
aquilinum -
Sorbus aria
-Vella
spinosa -Viola
riviniana
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