Pasan las nubes


 Había un claro de cielo encima de mí. Entonces me puse a clavar algunas estacas de madera para asegurar, del fuerte viento, los largos y finos troncos de los arbolitos de La Camila. He trabajado un rato con el nogal,
la morera y la robinia, atando sus ramas con una cuerda a las estacas, mientras sus hojas palmeaban con el aire. Ahora me he detenido a esperar el siguiente chaparrón. Unas nubes muy grises han avanzado cubriendo este trozo de cielo, de oeste a este. Un color plomizo que adoro, con sus betas de tonos humo blanco, panza de burra y grafito. Mi coronilla está atenta a las gotas frías… y cuando caigan, cuando se derramen de esa nube regadora, me meteré en la caravana, me tumbaré acurrucado por el golpeteo de la lluvia sobre el techo de hojalata.
Ha llovido con fuerza, como si desfilaran fieras de vapor ahí arriba. Me preparo para el siguiente chaparrón. Poco a poco, como espesas cortinas, los cúmulos se acercan rozando las colinas, borrándolas de una espesa lluvia. Hago algunas fotos y empieza a llover y a tronar.


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