‘Mi montaña’ de Eider Elizegi

Una deliciosa lectura para comenzar el año: ‘Mi montaña’ de Eider Elizegi. El primer tren de cremallera a las siete de la mañana, que nos sube hasta Le nid d’aigle, de ahí dos horas a pie hasta Tête Rousse, media hora de descanso, más otras dos horas hasta el refugio Goûter. Refugio clave en la ruta normal de ascensión al Mont Blanc (4.808m.), y donde de junio a septiembre trabajó como guardesa la autora del libro.

Una poética y romántica obra, que retrata cuatro meses de penoso trabajo en el refugio y ante una impresionante montaña. Le he contado media docena de muertes: alguien resbala en una cresta helada y se precipita incapaz de detenerse esperando muy abajo las fauces de los glaciares. Alguien pasa por ‘la bolera’, una zona en el camino por donde caen piedras, que se desprenden de la ladera y ruedan golpeándote mortalmente, y el frontal del infortunado permanece encendido toda la noche marcando como un eléctrico fuego fatuo, el lugar del cadáver. Otro se pierde cuando la niebla hace desaparecer todo, y se muere de frío. Y por encima del desastre periódico de estas muertes está la belleza inmutable a la condición humana, de una montaña como el Mont Blanc.

Pero en la obra de Elizegi también una chica sube con su violonchelo, lo quiere tocar en las alturas. Con más de 70 años un veterano montañero corona la cima. Y cientos de otros montañeros de todos los países suben al techo de los Alpes y de Europa occidental. En un paisaje “que permanece silencioso, ajeno a una aventura humana que a sus rocas y sus hielos deja indiferentes”.

Un trabajo agotador, permanente. Preparar desayunos a las dos de la madrugada para los que se preparan para hacer cima. Después a las siete de la mañana. Almuerzos, cenas, fregar, palear nieve. Tormentas, frío, cellisca, rayos, mal de altura, pero: “Amo las montañas. Vivo enamorada del aire libre, las cimas desiertas de roca desnuda…”
http://vagamontanyas.blogspot.com/

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